Las fuerzas rusas buscan
engullir el último bastión de la resistencia ucraniana que queda en la región
oriental de Luhansk, al mismo tiempo que aprieta el paso tras la retirada de
las tropas ucranianas de las ruinas carbonizadas de Sievierodonetsk.
El ejército informó el
sábado que los separatistas respaldados por Moscú tenían ahora el control total
de la planta química que era el último bastión ucraniano en la ciudad.
Rusia también lanzó decenas
de misiles contra varias zonas del país, lejos del corazón de las batallas del
este. Algunos de los misiles fueron disparados desde bombarderos rusos de largo
alcance Tu-22 desplegados en Bielorrusia por primera vez, informó el mando
aéreo ucraniano.
El bombardeo precedió a una
reunión entre el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente bielorruso
Alexander Lukashenko, durante la cual Putin anunció que Rusia planeaba enviar a
Bielorrusia el sistema de misiles Iskander-M.
AP
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