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La guerra ha supuesto una
catástrofe para Ucrania y una crisis para todo el planeta. El mundo es un lugar
más inestable y aterrador desde que Rusia invadió a su vecino el 24 de febrero
de 2022.
Un año más tarde, miles de civiles ucranianos han muerto e innumerables edificios han quedado destruidos. Los soldados muertos o heridos de los dos bandos se cuentan por decenas de miles. Más allá de las fronteras de Ucrania, la invasión hizo añicos la seguridad europea, redibujó las relaciones entre los países y remeció la interconectada economía global.
A continuación, cinco formas
en las que la guerra ha cambiado el mundo:
EL
REGRESO DE LA GUERRA A EUROPA
Tres meses antes de la
invasión, el entonces primer ministro Boris Johnson se burló de la idea de que
el ejército británico necesitara más armas pesadas. “Las viejas ideas de
grandes combates de tanques en tierras europeas”, dijo, “están anticuadas”.
Ahora, Johnson insta a Gran
Bretaña a enviar más carros de combate para ayudar a Ucrania a repeler las
fuerzas rusas.
Pese al papel que juegan
nuevas tecnologías como satélites y drones, este conflicto del siglo XXI se
parece en muchos aspectos a uno del XX. Los combates en la región oriental
ucraniana del Donbás son una lucha brutal marcada por el lodo, las trincheras y
sangrientos ataques de infantería que recuerdan a la I Guerra Mundial.
El conflicto ha desencadenado
una nueva carrera armamentística que algunos analistas comparan con la
acumulación de la década de 1930 antes de la II Guerra Mundial. Rusia ha
movilizado cientos de miles de reclutas y aspira a expandir su ejército de 1 a
1,5 millones de efectivos. Francia tiene previsto aumentar su gasto militar en
un tercio para 2030, mientras que Alemania ha abandonado su antiguo veto a la
venta de armas para zonas de conflicto y enviado misiles y tanques a Ucrania.
Antes de la guerra, muchos
observadores asumieron que las fuerzas militares optarían por tecnología más
avanzada y guerra cibernética y dependerían menos de tanques o artillería,
indicó Patrick Bury, profesor de seguridad en la Universidad de Bath.
Pero en Ucrania, las armas y
la munición son la prioridad.
“Al menos por el momento, se
está demostrando que en Ucrania, la guerra convencional, estado contra estado,
está de vuelta”, dijo Bury.
ALIANZAS
PROBADAS Y REFORZADAS
El presidente de Rusia,
Vladímir Putin, esperaba que la invasión dividiera a Occidente y debilitara la
OTAN. En lugar de eso, la alianza militar se ha visto reforzada. El grupo
formado para hacer frente a la Unión Soviética ha encontrado una nueva determinación
y tiene dos nuevos aspirantes en Finlandia y Suecia, que abandonaron décadas de
no alineamiento y pidieron unirse a la OTAN como protección contra Rusia.
La Unión Europea de 27 países
ha impuesto duras sanciones a Rusia y enviado miles de millones de euros a
Ucrania. La guerra puso en perspectiva las disputas en torno al Brexit y mejoró
las relaciones diplomáticas entre el bloque y su antiguo miembro, Gran Bretaña.
“La UE está imponiendo
sanciones, sanciones bastante serias, en la forma en la que debe hacerlo.
Estados Unidos ha vuelto a Europa con sed de venganza de una forma que nunca
pensamos que ocurriría de nuevo”, dijo el analista de defensa Michael Clarke,
exdirector del centro de estudios Royal United Services.
Los estados miembros de la
OTAN han llevado a Ucrania equipamiento y armas por valor de miles de millones
de dólares. La alianza ha reforzado su flanco oriental y los países más
próximos a Ucrania y Rusia, como Polonia y los países bálticos, han persuadido
a aliados más reacios de la OTAN y la Unión Europea, lo que podría desplazar
hacia el este el centro de poder europeo.
Hay algunas grietas en esa
unidad. El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, el aliado más cercano de
Putin en la UE, ha hecho campaña contra las sanciones sobre Moscú, se ha negado
a enviar armas a Ucrania y ha retenido un paquete de ayuda del bloque para
Kiev.
La unidad occidental se verá
cada vez más presionada conforme se alargue el conflicto.
“Rusia se prepara para una
guerra larga”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al
final de 2022, aunque afirmó que la alianza también estaba lista para “el largo
plazo”.
UN NUEVO TELÓN DE ACERO
La guerra ha hecho de Rusia un
paria en Occidente. Sus oligarcas han sido sancionados y sus negocios vetados,
y marcas internacionales como McDonald’s o Ikea han desaparecido de las calles
del país.
Sin embargo, Moscú tampoco se
ha quedado sin amigos. Rusia ha estrechado sus lazos económicos con China,
aunque Beijing mantiene las distancias con los combates y por ahora no ha
enviado armas. Estados Unidos ha expresado hace poco su preocupación por que
eso pudiera cambiar.
China sigue de cerca un
conflicto que podría alentar o disuadir a Beijing de un intento de reclamar por
la fuerza la autogobernada Taiwán.
Putin ha reforzado sus lazos
militares con Corea del Norte e Irán, dos países aislados de la comunidad
internacional, y Teherán proporciona drones que Rusia emplea contra
infraestructura ucraniana.
Moscú sigue ganando influencia
en África y Oriente Medio a través de su fuerza económica y militar. El Grupo
Wagner, una compañía rusa de mercenarios, se ha vuelto más poderosa en
conflictos desde el Donbás al Sahel.
En un eco de la Guerra Fría,
el mundo se divide en dos bandos y muchos países, como la populosa India, se
reservan sus apuestas a ver quién sale victorioso.
El conflicto ha abierto una
fractura entre el “orden internacional liberal liderado por Estados Unidos” en
un lado y la enojada Rusia y la cada vez más fuerte y asertiva China en el
otro, indicó Tracey German, profesora de conflicto y seguridad en el King’s
College London.
UNA ECONOMÍA MALTRECHA Y
TRANSFORMADA
Antes de la guerra, las
naciones de la Unión Europea importaban casi la mitad de su gas natural y un
tercio de su crudo de Rusia. La invasión y las sanciones impuestas a Rusia como
represalia asestaron un golpe a los precios de la energía inaudito desde la
década de 1970.
La guerra trastocó un comercio
global que aún no se había recuperado de la pandemia. Los precios de la comida
se han disparado porque Rusia y Ucrania son importantes proveedores de trigo y
aceite de girasol, y Rusia es el mayor productor de fertilizante del mundo.
Algunos barcos con grano han
seguido zarpando de Ucrania amparados por un frágil acuerdo mediado por
Naciones Unidas y los precios han remitido desde sus niveles récord. Pero la
comida sigue siendo una pieza de negociación geopolítica. Rusia ha intentado
culpar a Occidente por los altos precios, mientras que Ucrania y sus aliados
acusan a Rusia de esgrimir el hambre como arma.
Al igual que la pandemia, la
guerra “ha recalcado mucho la fragilidad” de un mundo interconectado, explicó
German, y el impacto económico total del conflicto aún se desconoce.
La guerra también ha remecido
los esfuerzos por combatir el cambio climático e impulsado el consumo europeo
de carbón, un combustible muy contaminante. Sin embargo, el rápido abandono del
gas y el crudo ruso en Europa podría acelerar la transición a fuentes de
energía renovables más deprisa que las innumerables advertencias sobre el
peligro del calentamiento global. La Agencia Internacional de la Energía estimó
que el mundo aumentaría tanto su capacidad de producir energía renovable en los
próximos cinco años como en los 20 anteriores.
UNA NUEVA EDAD DE LA
INCERTIDUMBRE
El conflicto es un sombrío
recordatorio de que la gente tiene poco control sobre el rumbo de la historia.
Nadie lo tiene más claro que los 8 millones de ucranianos que se han visto
obligados a abandonar sus hogares en busca de nuevas vidas en poblaciones
dentro y fuera de Europa.
Para millones de personas
afectadas de forma menos directa, la brusca ruptura de la paz en Europa ha
supuesto ansiedad e incertidumbre.
Las amenazas veladas de Putin
sobre el empleo de armas atómicas si escala el conflicto reavivaron el temor a
una guerra nuclear, olvidado desde la Guerra Fría. Los combates en torno a la
central nuclear de Zaporiyia han despertado el miedo a un nuevo Chernóbil.
Putin no llegó a retirarse
completamente del tratado Nuevo START y dijo que Moscú respetaría los límites
del acuerdo a las armas nucleares, lo que mantuvo una tenue esperanza para el
control de armas.
AP
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