Médicos en Ciudad de Gaza que
trabajan cada vez con menos suministros practicaban cirugías en los pisos de un
hospital, a menudo sin anestesia, en un intento desesperado de salvar a los
heridos graves de una enorme explosión que mató a cientos de palestinos
cobijados en otro hospital cercano, mientras continuaban el bombardeo israelí y
el asedio al territorio.
El grupo armado Hamas atribuyó
la explosión a un ataque aéreo israelí, mientras que el ejército israelí culpó
a un cohete malogrado de otros milicianos palestinos. Al menos 500 personas
murieron, según el Ministerio de Salud gestionado por Hamas.
La indignación por la masacre
en el hospital se extendía por Oriente Medio mientras el presidente de Estados
Unidos, Joe Biden, aterrizaba en Israel con la esperanza de evitar que se
expanda la guerra, iniciada cuando milicianos de Hamas atacaron ciudades y pueblos
del sur de Israel el 7 de octubre.
AP
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